En su día colgé esta historia, pero ahora no la encuentro.
Aquí queda de nuevo :)
“Matar formaba parte de la naturaleza de Laura” Y, aún así, todavía no lo había hecho: matar a nadie.
Laura recreaba en su mente las historias sádicas que leía, los asesinatos que se sucedían día a día en los telediarios y los que, particularmente, se imaginaba llevados a cabo con sus propias manos. Pero no. Ella se resistía, quería esforzarse, engañándose a si misma, pensando que solo era un juego de su cerebro, un entretenimiento, al igual que las ideas de los optimistas o de los pesimistas, algo radical que solo pasaba por su mente, pero nada más.
Laura vivía sola en un pequeño apartamento. Y he dicho vivía, porque dormir nunca dormía sola. Fuera quién fuera, lo encontrara dónde lo encontrara siempre lo llevaba a su cama. Era su manera de liberar la tensión, de olvidarse del mundo y de pensar solo en ella. A esa hora, a la de follar, no le importaba nadie ni nada. Alto, bajo, gordo… daba igual, a la mañana siguiente ya se habría ido de su casa, de eso bien se ocupaba ella. El polvo de antes de dormir y el de por la mañana, que era el que más le gustaba. Pero este último pronto, que darse una ducha estando ya sola era un ritual, sentarse en la cama con el pelo mojado y tumbarse hacía atrás, mirando al techo. Le encantaban sus espejos del techo. Luego se ponía su traje y se iba a trabajar.
Interrumpimos la emisión de este programa para informarles de la desaparición de José Abascal Gutiérrez, de treinta y dos años de edad, en la población de Montilla. Si alguien sabe algo de él llame al número de teléfono que les ofrecemos en pantalla.
José Abascal era amigo, amigo con derecho a roce, de Laura. Compartieron vinos, sobremesas, postres y camas. Siempre con un hola, muchos besos –o lametazos– y pocas palabras. La cena en el restaurante ya no era necesaria. Ni los halagos, ni las excusas. Una llamada de teléfono, una respuesta de conformidad y el timbre de la puerta sonaba. No hacía falta más.
Noticias de última hora apuntan hacía la muerte del desaparecido. Su coche ha sido hallado a escasos kilómetros de la casa que compartía con su compañera sentimental, con los asientos manchados de sangre.
Ya no tenía a Abascal, pero daba igual. Llamaba a cualquier otro y listo. ¿A quién llamar esa mañana? La hora de la comida, el telediario dando más información sobre la muerte y Laura pensando a quién coño podía llamar ese día. Porque ese día había quedado con José.
Hace escasos minutos ha sido encontrado el cadáver cerca del domicilio familiar procediendo a la detención de María Ruiz, su esposa, como presunta culpable del homicidio.
Juan; Podía quedar con Juan. Ahí estaba… recogiendo los papeles de la oficina. Seguro que no tenía nada mejor que hacer esa tarde, y encima estaba bastante bueno. Eso de haber empezado a ir al gimnasio le había sentado bien. Si, Juan. No le hizo falta hablar, Laura hablaba con las miradas, y sabía hacerlo muy bien. Caminaron juntos hacía su casa, ni un roce, ni una caricia, ni un beso hasta llegar al ascensor.
La mujer de José Abascal ha confesado ser la autora del asesinato de su marido. Los hechos fueron llevados a cabo en el dormitorio de la pareja mientras él dormía.
En el ascensor las manos, y no solo las lenguas, se sumergieron en lugares aparentemente prohibidos por los trajes de oficina. Los dedos clavados en las paredes y una falda que subía. Séptimo piso y parada. Vuelta a la compostura, desarrugar las ropas y salir de ese cubículo. Saludo a la vecina, y Laura introduciendo la llave en la cerradura sin dejar de pensar en otra clase de penetración, en las que había tenido hasta entonces con José.
María no ha querido hacer más declaraciones por lo que se desconocen los motivos que la llevaron ha matar a su marido.
Las manos de Juan tocándola entera, los pechos, las piernas, el vientre. Deshaciéndose de sus ropas, rompiéndole las medias. Laura mordiéndole literalmente el cuello, bebiendo de su esencia, respirando el mismo perfume… que usaba José. Recorrieron sin despegarse y como animales la entrada, el pasillo y el salón. Juan la subió en lo alto de una butaca y bebió de ella lo que en años no había bebido. Y en la cabeza de Laura, José. José desnudo durmiendo, José desnudo asfixiado, José desnudo ensangrentado. José comiéndola entera. ¿Por qué no fui yo?
– ¡Debí haber sido yo! – Se le escapó de la boca mientras uno de los mejores orgasmos la recorría entera. Juan no dijo nada, solo sonrió –pobre iluso–.
Las miradas se volvieron más felinas si cabe, agresivas. Laura descendió de las alturas, terminó de deshacerse del sujetador y lo condujo de la mano, como si fuera una presa, hasta la habitación. Y allí él se dejo hacer. Y ella pensaba en cómo pudo haberlo hecho, en cómo lo habría matado, ¿Con las manos? Sus manos rasgaron los calzoncillos para abrirse paso. ¿Con un arma? Estaba deseosa por probar lo que Juan le cedía, su lengua nerviosa no le cogía ya en la boca. Y lo recorrió entero, casi con violencia. Subiendo y bajando, amasándolo con los dedos, estrujándole y probando el resultado con los labios. Sabor amargo pero dulce. Juan la miraba en el techo, la observaba más pasional que de costumbre, y le encantaba.
–Sube. – Y Laura subió y se sentó sobre él. En él, dentro de él. ¿Estaría así José antes de morir? Pensar en aquello la excitaba más aún. Esta vez no se balanceó, como de costumbre, lentamente en un ir y venir, en un disfrutar de sus movimientos, en un sigilo de sus caderas. Esta vez no. Esta vez lo miraba directamente a los ojos, y él a ella. Hasta que los cerró y empezó a confundir en sus oídos los gemidos de placer de él con los del dolor. Y no paró, y siguió más y mejor. Más aprisa, más veloz, más devoradora.
AnaB.DzSz
No lo leí en su día (no era cuentacuentos con Laura todavía…) , pero he de decir que me ha parecido muy bueno, me hagustado un montón las descripciones (un tanto brutales, pero muy buenas) y la ambientación de todo el ´cuento en si. Date por recomendada con retraso :)
Además me ha parecido muy interesante el personaje de Laura, no sabría explicarlo, pero me recuerda al protagonista del cuento de Hell de esta semana o el de Juan Cuquejo de la pasada, en ese sentido de cansancio existencial.. no se si me explico muy bien, pero yo me entiendo.
Un abrazo,
Pedro.